viernes, 8 de febrero de 2008

Kinky, o la máquina de despilfarrar sonido

“Hemos tenido varios encontronazos con huracanes. Uno de ellos en la playa de Acapulco. Haciendo el soundcheck justo después de Beck y los Flaming Lips. El cielo estaba despejado y hacía un día hermoso. De pronto se pintó todo de negro y se desató un tormentón que destruyó todo. Vi volar los tambores, los teclados, las torres de luces, las consolas se inundaron y no había nada que hacer más que correr a refugiarse. ¡Uy terrible! pero al final del día fue una experiencia inolvidable… nos reímos de ella ahora”.
Un huracán que primero arrasa y después desparrama alegría. Esa es justamente la esencia de Kinky.
Pero para saber más de este quinteto de rock electrónico mexicano, nada mejor que conocer el pensamiento de Gil Cerezo, voz, guitarra y DJ de esta banda formada a finales de los ’90 y que promete volver a hacer bailar a todos en la Fiesta de la Manzana.

En una entrevista dijeron “nos conecta el baile. Hacemos house norteño. Hasta las suegras bailan con Kinky”, ¿cómo lo consiguen?
Mucha de la inspiración para empezar a componer nos la dan los aparatos mismos: cajas de ritmo, sintetizadores, algunas percusiones y siempre el estar tocando juntos hace que todo se vuelva festivo. Creo que lo principal para divertir a los demás es realmente divertirnos nosotros y eso sigue siendo así.

¿Cuánto influyó en ustedes la cercanía de Monterrey con la frontera estadounidense?
No sólo influye sino que inconcientemente traza los bosquejos de nuestra personalidad e integridad artística. El medio ambiente siempre es protagonista en la obra. Nuestra ciudad fronteriza está llena de dualidades, de encontronazos culturales y de caos arquitectónico. Nuestras canciones igual.

¿Qué fronteras les quedan por superar?
Siempre luchamos por superarnos a nosotros mismos: componiendo, escribiendo, tocando y en la diaria tarea de ser humano.

Mezclan géneros musicales idiomas, tocan en Estados Unidos, en Latinoamérica y en Europa, comparten escenarios con artistas de distintas vertientes, ¿cómo logran que eso en vez de dar como resultado algo caótico, se convierta en una síntesis exquisita?
Creo que lo más importante es la honestidad del artista: creamos con un corazón que nos dicta en mexicano, pero no pedimos pasaporte a la entrada de ideas extranjeras. El orden en las piezas lo dictamina el sentido musical.

Hemos podido escuchar conocer muchas bandas mexicanas (El Tri, Control Machete, Molotov, Maldita Vecindad, Café Tacuba, Plastilina Mosh), ¿qué banda creen que nos puede llegar a sorprender?
Creo que hay mucho que explorar por el lado folclórico, que para nosotros siempre son inspiración como Tigres del Norte o Mono Blanco.

En Kinky se mezclan los gustos musicales de sus cinco integrantes. A Gil Cerezo hay que sumarle a Ulises Lozano en teclados y programación; Carlos Chaires en guitarra; Cesar Pliego en bajo y Omar Góngora en batería y percusiones. A las guitarras hay que agregarles las máquinas, al rock el sonido electrónico, al pop el coqueteo folklórico. Punch, funk, groove, beat, splash… fusionados para transformarlos en la banda más conocida de la “avanzada regia”, nacida en Monterrey.
“La ‘avanzanda’ sólo fue el arranque de todas las bandas que estaban de alguna manera presas en Monterrey. Fue como abrir una jaula llena de leones hambrientos”.

Alguna vez dijiste que Kinky cuando no está tocando es “un monstruo de cinco cabezas que se comen unas a otras”. ¿Sigue valiendo esa frase?
Kinky cuando no está tocando es alguien que tararea lo que va a tocar.

En el disco “Reina” (2006) le hicieron un homenaje a la quinceañera mexicana, a esas fiestas en las que predomina el despilfarro, ¿en qué despilfarra Kinky?
Creo que lo que más despilfarramos es el ruido. Nos encanta despilfarrar nuestros ahorros en instrumentos, en guitarras en cualquier cosa que haga un sonido. Nos gusta despilfarrar cariño también… ji, ji.

¿Alguno de ustedes tiene proyectos musicales paralelos?
Por el momento nada formal. Cada quien hace y deshace pequeños proyectos en la intimidad de la soledad, pero siempre las energías creativas se enfocan en Kinky.

¿Cómo hacen para soportarse después de estar tantos años juntos?
A estas alturas no hay que soportar nada, todo está sobreentendido y ya solamente nos toca disfrutarnos.

¿Cómo viene el año para la banda?
Por el momento estamos trabajando en componer nuevas canciones. Probablemente tendremos disco nuevo para mediados de año. Además, tenemos una larga gira por Estados Unidos.

¿Qué los une con la Argentina?
Es un listado muy grande. Varios en el grupo tenemos una conexión muy directa con la literatura argentina, hablando de música admiramos muchas propuestas y creo que lo que más nos une es que siempre que vamos nos quedamos con ganas de volver. Argentina es un dulce gigantesco.

¿Qué recuerdos tiene de la presentación del año pasado en la Fiesta de la Manzana?
Nos impresionamos mucho con el tamaño del festival y quedamos enamorados del público. También tengo muy grabado el encuentro con los chicos de Catupecu en los camerinos.

Me acuerdo que sobre el cierre del recital en Roca preguntaron “¿Están listos para destruir el lugar? ¿Realmente están listos para destruir el lugar?” y desataron el pogo. Ahora se los pregunto yo: Los Kinky, ¿está listos para destruir el lugar? ¿Realmente están listos para hacer descontrolar al público de la Manzana Rock?
Sip.

Habrá que ir a verlos para confirmarlo.
por Mario Favole

Entrevista publicada en la revista Leche en febrero de 2008

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